En la vida, y en las empresas, se dan estas situaciones con los siguientes diálogos.
A: Pues yo creo que es nueve.
B: Pues yo creo que es seis.
A: No, hombre, es nueve.
B: Yo creo que es seis.
A: Es nueve.
B: Es seis.
A: Nueve!
B: Seis!
A: Nueve!!!
B: Seis!!!
A: NUEVE!!!
B: SEIS!!!
A. ¿Qué dices? ...NUEVE!!!
Estas circunstancias se dan porque no somos capaces de entender que cada persona vemos la realidad desde un prima diferente. Este prisma es formado a lo largo de la vida por la propia experiencia personal: infancia, educación, entorno familiar, social cultural. Yo creo que la genética y la biología tienen un papel importante también. Un buen primer paso podría ser partir de un punto cero donde tengamos la convicción de que mi realidad es diferente a la tuya. Incluso cuando hay coincidencia hay diferencia. Cuando vemos una película con amigos podemos estar de acuerdo en que a todos nos ha gustado pero habrá diferencias en la forma de entenderla, de asimilarla, de sentirla. El cerebro no es un ordenador, es algo mucho más complejo en el que entran en juego emociones, valores, sentimientos y prejuicios que llevamos con nosotros mismos. Donde hay 6, hay 9.
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